causa de cangrejo, miraflores park hotel

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Corría el año 1880 y el Perú vivía inmerso en la Guerra del Pacífico. En pleno conflicto mucha gente recolectó insumos para ayudar a solventar los gastos de la campaña de nuestro batallón. Entre los alimentos acopiados había maíz, alverjas, zanahorias, pero sobre todo papa.

Adolfo Perret, del Restaurante Punta Sal, y Óscar Bustamante, de Mi Causa, cuentan que las mujeres sancocharon y prensaron la papa, la mezclaron con aceite, ají molido, gotas de limón, sal y pimienta. Esta combinación fue moldeada y vendida para reunir fondos. De inmediato, se corrió la voz y empezó su venta con el pregón: “Para la causa, para la causa”. Así, al parecer habría nacido el nombre de este platillo.

Sin embargo, Cecilia Portella resalta que el origen de este plato se habría dado años antes en 1821 para ser más exactos, “tras el discurso de Don José de San Martín en la declaración de la Independencia del Perú, se organizó el ‘Convite para la Noche Feliz’”, en donde se sirvieron entre otros manjares criollos, nuestra causa.

César Coloma citando a Juan de Arona en su artículo publicado en El Comercio “Una buena causa”, señala que “aunque causa es voz castellana debe venir en este caso del quechua causay que significa la vida, la subsistencia, las necesidades de la vida, etc.”

Sobre la causa, el tradicionalista Ricardo Palma cuenta que, en sus tiempos, “los vendedores de Lima podían dar tema para un libro por la especialidad de sus pregones…’ Por ejemplo: ‘Casas había en que para saber la hora no se consultaba reloj, sino el pregón de los vendedores ambulantes’ y ‘A las dos de la tarde la picaronera, el humitero y el de la rica causa de Trujillo, atronaban con sus pregones’

Finalmente, Coloma entrega una receta de Ernst W. Middendorf. “La masa principal de la misma consiste de papas amarillas harinosas y sancochadas, que se sazona con jugo de limón y ají, luego se bate con fino aceite de oliva hasta que se forme una papilla consistente y suave”. Hoy la causa también es rellena y sobre esto ya parece no haber límites: pollo, atún, pulpo, pescado o mariscos.

Aunque no se puede saber con certeza el verdadero origen de este plato, en un país con más de tres mil tipos de papa y amante del ají no resulta difícil imaginar que la creatividad y el buen gusto de los peruanos pudo haber creado este manjar irresistible en cualquier momento de la historia.

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